Controla el relato controla la victoria
- Leonardo Gil
- hace 5 días
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En las campañas políticas dominicana, el triunfo no depende solo de programas de gobierno o cifras económicas. La verdadera batalla se libra en el terreno de la narrativa política, ese relato que da sentido a los problemas, ofrece soluciones y convence al ciudadano de quién debe liderar el cambio.
La narrativa no es un adorno retórico, sino el eje que organiza la percepción pública sobre candidatos, partidos y gobiernos. En la República Dominicana, donde el electorado combina memoria histórica, demandas inmediatas y exposición a flujos digitales de información, el uso de esta arma invisible se ha convertido en un factor determinante para el éxito o fracaso electoral.
Para entender la narrativa política en el país, es necesario partir de lo que dijo el politólogo Walter Fisher (1987) cuando definió al ser humano como “homo narrans”, recordando que las personas se movilizan más por historias que por datos. En la República Dominicana, esto se traduce en campañas que combinan amenaza y esperanza, villanos y héroes, y un lenguaje que apela tanto al orgullo nacional como a las preocupaciones diarias.
Para George Lakoff (2004), “quien controla el marco del debate, controla el debate”. Y en el país, ese marco se construye entre la memoria histórica, la percepción económica y el peso de una cultura política que mezcla liderazgo personalista con aspiraciones de institucionalidad. Como apunta Manuel Castells (2009), “el poder se construye en la mente de las personas”, y en nuestro país esa construcción pasa por relatos que viajan tanto en mítines multitudinarios como en estados de WhatsApp.
Murray Edelman (1988) recuerda que “la política es, en gran parte, el arte de crear ilusiones compartidas”. En nuestro país , esa ilusión debe ser creíble, cercana y coherente. El desafío es: evitar la saturación y adaptar el mensaje a públicos diversos. Y la oportunidad: colocar al ciudadano como protagonista de un relato común que conecte logros presentes con aspiraciones futuras.
Como dijo Joseph Nye (2004), “el liderazgo no es solo poder duro o blando, es la capacidad de contar una historia convincente sobre hacia dónde vamos y por qué”. En la guerra política, las cifras informan, pero las historias conquistan; quien controla el relato, controla la victoria. En el caso dominicano, esa historia debe construirse cada día, entre la plaza pública y el algoritmo.
En la comunicación política la narrativa no solo cuenta lo que fue ni lo que es, sino dibuja lo que será; quien logra que un país crea en su historia, ya ha dado el primer paso para ganarlo.
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