A lo largo de las últimas tres décadas, a través de la observación, documentación, estudio y análisis del funcionamiento de las áreas de comunicación de diversas instituciones públicas, mi experiencia me ha permitido detectar tanto aciertos como requerimientos sistémicos. Por ello, en este texto presento una disyuntiva para ejercer la comunicación desde una
administración pública, con el n de alcanzar una auténtica comunicación institucional.
El arte de comunicar el gobierno plantea cómo reducir las tensiones entre las demandas de la ciudadanía, la posibilidad de respuesta de los gobiernos, al menos desde lo que la comunicación pública puede aportar en beneficio de la gestión y, mucho más aún, de los ciudadanos. La planificación en el ejercicio de los gobiernos permite ordenar lógicamente las actividades que se desarrollarán, por ejemplo, durante los primeros 100 días de gestión. Si no existe un plan estructurado, las fuertes presiones que reciben los nuevos gobiernos pueden conducir a un activismo superficial.
En la actualidad, la imagen de los gobiernos es acechada por el escrutinio público. El dominio vertical, sin cuestionamientos y escuchado por una masa silenciosa es un referente histórico que ya no se refleja en la realidad actual de ningún sistema democrático. Por ello, propongo un modelo de comunicación institucional que se constituya en fuente generadora de consensos, más allá del alcance persuasivo.
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