No eres tú, son ellos.
- Orlando Goncalves
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Orlando Goncalves Consultor político y estratega
México, 04/06/2025
Todo evoluciona y cambia, aunque no siempre para mejor, y este es el caso de la actuación de muchos líderes políticos, tanto en campaña como en el ejercicio del poder.
La tendencia de muchos de estos nuevos (y algunos no tan nuevos) caudillos es exacerbar su ego, centrando toda acción y comunicación en ellos mismos, bajo la premisa de que requieren ser conocidos por el elector y, como la batalla por la atención de estos es el gran reto, pues se enfocan en exhibirse a través de monólogos egocentrista, que generalmente poco le importa al elector.
Esa visión errada viene dada además de un ego exacerbado, usualmente, por de la falta de preparación política, insuficiente investigación y estudio del electorado, que los lleva a pensar que ellos saben “qué quiere el pueblo”, sin darse cuenta que quizás la perspectiva y la visión que ellos tienen, es muy distinta a la de los ciudadanos.
Para poder conectar con los electores es esencial generar empatía y cercanía, y esto se logra con acciones simples que verdaderamente conecten con los ciudadanos.
Quizás la mejor acción para empatizar con los electores es escucharlos activamente, dedicarse a escuchar con atención y que estos perciban de manera clara e inequívoca que realmente le están prestando atención.
Una de las frases más conocidas de Winston Churchill sobre el valor para escuchar dice: "El valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se necesita para sentarse y escuchar", y en esta era de la hiper información, tener el valor de escuchar al ciudadano es casi un acto revolucionario.
A raíz de comenzar por escuchar, se puede entonces iniciar un proceso de conversar, pero para que sea de alto valor para el elector, ese dialogo debe versar sobre temas de interés mutuo para lograr su atención.
Conviene resaltar la palabra “mutuo” pues el ciudadano debe percibir que lo que ese líder comunica, además de interesarle a los ciudadanos, es de importancia y valor para él mismo, lo cual genera credibilidad y empatía.
Hoy día la autenticidad adquiere un gran valor, y eso viene dado por la coherencia, que no es otra cosa que la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. Es decir, tiene que haber una coherencia total entre lo que se piensa, se dice, se hace y en especial, sobre lo que se siente; puesto que, al ser consecuente con esto, se genera en el elector un grado de confianza invaluable, que le permitirá al líder tener una conexión emocional más profunda y sólida con los ciudadanos.
Sin embargo, cuando se actúa desde un ego extremo, las incoherencias salen a flote y el elector desde su inconsciente las detecta, generando en este una duda y desconfianza con respecto a ese líder que está tratando de conquistarle.
Los españoles tienen una frase que logra describir muy bien la sensación que los electores tienen en esa circunstancia, y la misma reza así: “esa persona tiene un no se qué, que se yo”, y cuando esta duda surge en el elector, viniendo además desde su inconsciente, se genera una barrera que será muy difícil para un candidato de franquear.
Por todo lo anterior, es que la comunicación política moderna es clara en que los procesos políticos (llámense estas campañas electorales, o el ejercicio del poder) no se trata de los candidatos o gobernantes, se trata de los electores, de los que ellos sienten, anhelan, temen o les preocupa.
Los candidatos y/o gobernantes deben ser la respuesta clara, simple y directa a esas inquietudes de los electores, por lo cual los egos, y el discurso egocentrista no responden a esos requerimientos del elector, por el contrario, como ya se mención, lo aleja y sobre todo lo desconecta de quien pretende conquistarlo.
Este principio básico y elemental ha sido así por milenios, y así se reflejaba en el considerado primer manual de campañas electorales, documentado desde el año 64 a. C., cuando Marco Tulio Cicerón inició la campaña electoral para el consulado romano, y su hermano pequeño, Quinto, se dedicó a describirle de manera ingeniosa lo que debía servirle para poder ganarse el fervor de los votantes.
En uno de esos pasajes Quinto señala lo siguiente: “…por mi parte, no creo que haya nada más estúpido que considerar partidarios tuyos a hombres que no conoces…”
¿Queda claro entonces que no eres tú, son ellos?, ¿Qué no es sobre ti (candidato o gobernante) sino que es sobre los electores, o gobernados?
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